Continuidad de piques de lisas en Mar Chiquita

Ahora Sociedad

En rigor de verdad, las primeras lisas se lograron en septiembre del pasado 2022. Como todos los años, la especie comenzó en esa época con su tradicional despliegue y con fuerte presencia en la laguna de Mar Chiquita, dado que la falta de caudal le imposibilitó ingresar a los canales y arroyos, en una temporada para el olvido. Sin embargo, fue difícil dar con ellas para los primeros fanáticos que llegaron. Motivo: no querían comer. A pesar de esto, terminaron sucumbiendo (y a duras penas) ante los más experimentados que le encontraron la vuelta.

Pero con la llegada del nuevo año se alinearon los planetas. O, mejor dicho, las condiciones. Por un lado, la albufera recuperó una gran parte de su nivel, gracias al viento que metió agua de mar. Y por el otro, el sol veraniego impuso condiciones térmicas. Como consecuencia se instauró el mejor ecosistema posible para la pesca de la lisa: agua híper transparente, muy cálida y “movida” por el viento. El entorno perfecto.

Hubo días en donde la pesca fue formidable. El pique muy activo y las capturas sensacionales, con verdaderas “chanchas”, de esas que ofrecen una pelea descomunal. Es una pesca en la que la lectura de la cancha es clave, porque hay que detectar el movimiento de los cardúmenes. “A pez visto” dicen los que más saben, muchos de ellos excelentes guías que hay en la zona, ya sea saliendo por Balneario Parque Mar Chiquita o por los Recreos “San Gabriel” o “Juan y Juan”, que ofrecen servicio de bajada y alquiler de botes.

La panza de lisa o el peceto cortado en tiritas, coloreado de rojo, es la carnada por excelencia. No falla. Algunos pescadores optan por agregarle atrayentes, otros acuden a la esencia de anís o vainilla, o incluso purpurina. No hay una receta típica porque la lisa no es un pez típico: si no quiere picar no pica. Si hasta más de uno se volvió enojado a su casa porque las vio jugar con las boyas o el aparejo sin siquiera husmear el anzuelo. Así son y por eso genera tanto enigma.

El aparejo que mejor viene funcionando es el tradicional de cinco boyas, de las cuales salen anzuelos sin brazoladas, agarrados a un esmerillón con mosquetón. Desde esa base, hay un sinfín de variantes cuyos autores tienen las más fundadas opiniones. La “trampa” de tres boyas con anzuelos y dos brazoladas sin el elemento flotador, o simplemente dos doble cono, al inicio y fin del aparejo, como si fuera un chiripá. Hay quienes juegan con los colores de boyas, aunque por estadística la blanca es la más elegida.

Este 2023 nos trajo en sus inicios lo mejor de una pesca de lisa que venía apenas tibia. Atrapante y enigmática como pocas, esta especie atrae a propios y extraños. Cada vez son más los pescadores que rompen con el mito de que “no pica” y se animan a una de las incursiones más satisfactorias de este amado deporte. Y si a eso le sumamos el paraíso que representa la laguna de Mar Chiquita, podemos decir con seguridad que estamos ante uno de los verdaderos placeres de la pesca deportiva. Aun cuando muchas veces son las “ojonas” las que terminan ganando.

Agradecimientos: Germán Rigane (guía de pesca Mar Chiquita) y Alejandro Silva.

Fuente weekend.perfil.com.