La primera particularidad de este 2022 para la pesca de lenguado fue en pleno invierno: a diferencia de años anteriores donde el pique nunca se cortó, las temperaturas de agua y ambiente volvieron a los rangos normales históricos, lo que propició un importante letargo para la especie. Si bien para algunos fanáticos esta situación resultó un tanto decepcionante, los más optimistas estuvieron seguros de que el regreso sería con todo. Casi como si lo hubieran visto en una bola de cristal, la premisa se terminó cumpliendo, justamente, cuando las marcas térmicas subieron y el cangrejo (su principal comida) se reactivó.
Es cierto que las faenas iniciales arrojaron resultados magros. Tibiamente las cañas levantaron alguno que otro “chato” cuyo peso no era el más deseado. Para colmo de males, la albúfera de Mar Chiquita presenta un dilema existencial que atenta contra el panorama de la pesca: el fenómeno climático conocido como “La Niña” trae temporadas de sequías y escasas lluvias, lo que hace que el nivel de agua no reciba agua dulce de los canales y arroyos que la conectan. Esto motiva que dependa exclusivamente del aporte de las mareas y de la temperatura ambiental. Poca agua, poca profundidad, dificultad para navegar y pescas casi imposibles. Un combo letal.
Sin embargo, la transición climática entre estaciones propició vientos marinos, mareas altas y alguna que otra lluvia esporádica, lo que mejoró notablemente su caudal. Fue entonces cuando las embarcaciones salieron raudas en busca de esos lenguados que -fieles a su estilo- dijeron presente para mostrar resultados maravillosos.
Los portes fluctúan entre medianos y grandes (casi no sale pescado chico) y las presas ofrecen una pelea tan divertida como imponente. Como es habitual, el pique se afirma cuando corre el agua, es decir, cuando la laguna pretende vaciarse y el agua corre hacia el mar. Es por eso que los más entendidos les prestan especial atención a las mareas.
El sector que mejor rinde es la desembocadura, desde las inmediaciones del Recreo San Gabriel, laguna abajo, pasando por zonas vitales como Punta Ondina, Punta Pejerrey y el propio puente de CELPA. Muchos optan por anclar la embarcación y probar bajo la modalidad spinning, mientras que otros ponen en marcha lenta el motor y hacen trolling. En ambos casos, los resultados son parejos.
Algunos piques son sutiles, aunque la captura sea grande. Pero todos coinciden en que come muy bien, pocos son los que se han zafado por estar mal enganchados. Definitivamente, está activo y tiene hambre.
Las líneas utilizadas son las tradicionales, pero hay un aparejo que marca una real diferencia: consta de una madre de 1,20 metro, de nylon 0.50 o 0.60 mm, que al inicio posee una brazolada de similar espesor, sin boya y con anzuelo simple pata larga de unos 40 cm de largo, donde se engancha un filet de pejerrey. Completando, a 15 cm del final de la madre, sale una brazolada tradicional de un metro o un poco más con boya, retén de carnada y anzuelo triple para encarnar con pejerrey entero. Si bien cuesta un poco más maniobrarlo y a la hora de la captura dificulta arrimar el pez a la embarcación este armado nos da la posibilidad de “barrer” más cancha, a diferentes profundidades y con carnadas presentadas de distinta manera. La caña que se utiliza es la de tres metros.
La pesca de embarcado viene dejando satisfechos a los cañófilos y todavía tiene mucho más por ofrecer. Y conforme avance el presente calendario, se espera que los resultados se afiancen frente al Balneario Parque Mar Chiquita, en la propia boca, allí donde la laguna se junta con el mar. Por caso, uno de los puntos centrales y vitales para la modalidad vadeo, que posee una importante afluencia de fanáticos de varios lugares del país y cuya acción posee características totalmente diferentes, en una cancha más acotada pero igual de rendidora.
Ya aparecieron los primeros chatos, rendidores, de muy buenos portes y peleadores. A medida que avance la temporada habrá más noticias y, estamos seguros, las emociones irán en aumento.
Fuente weekend.perfil.com